miércoles, marzo 07, 2007

Nine Inch Nails - Razzmatazz 19/02/2007

La reciente presentación de Nine Inch Nails en Barcelona ha dejado un excelente sabor de boca en los miles de fanáticos que acudieron prestos a la cita. Ante el enorme interés suscitado por Trent Reznor (las entradas se agotaron un par de semanas antes), la organización tuvo que programar un segundo concierto. El resultado, dos noches de una sala Razzmatazz abarrotada de un público devoto, conscientes de la oportunidad de presenciar un directo potente, intenso y plagado de selectos exitazos.

Prodigando energía y una entrega total desde el primer minuto, la banda de Reznor y compañía (entre otros, Alessandro Contini, Aaron North y Jeordie White, también conocido como Twiggy Ramírez en sus colaboraciones con Marilyn Manson y A Perfect Circle) no se guardó nada y eso se agradece. Lejos de caer en esa maldita manía de ciertas bandas, de tocar su último trabajo y punto, NIN ofreció lo mejor de su repertorio, con preponderancia de los temas de su insuperable The Downward Spiral (1994), aunque tampoco estuvieron ausentes algunas versiones de With Teeth (2005) e incluso algún tema de su próximo disco Year Zero (cuya publicación se espera para abril de este año).

El cóctel de contrastes que nos prepararon en esta ocasión resultó magnífico, orquestado por un Reznor pletórico, que hizo oscilar los ánimos desde momentos de estruendosa catarsis, revuelta y descontrol (con North azotando su guitarra contra lo que pillara por delante o lanzando agua sobre las máquinas de un imperturbable Contini) con otros de una sutileza notable, como la intimidad alcanzada con el piano en Hurt. En algunos momentos se extrañaron los múltiples detalles que conforman el deleite de escuchar el sonido alcanzado en sus discos (pienso por ejemplo en lo complejo que debe resultar la interpretación en vivo de Closer), pero esa “carencia” fue ampliamente compensada por un sonido crudo y contundente, que supo mantenerse fiel al concepto original sin momificarse.

Ante todo, resultó un placer comprobar la vigencia de una propuesta que supo anticiparse y abrir una senda propia, al fusionar con versatilidad la amplia paleta de sonidos que ofrece la combinación de la electrónica con el rock puro y duro. Puede que su sonido hoy nos parezca más familiar, pero la virtud sobrecogedora de su música y la complicidad que provocan sus letras irónicas (y a veces crudamente desesperanzadas) no han sufrido mella con el correr del tiempo. En el trabajo actual de NIN sigue vivo ese espíritu irreverente y lúcido que sacudió nuestros oídos hace más de una década, proponiéndonos disfrutar de la complejidad, por más oscura que pueda resultar la exhibición al desnudo de las sombras descendentes.


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yearzero.nin.com
Álvaro Soffia